lunes, 17 de agosto de 2009

Parón veraniego

Tras un tiempo sin añadir nada nuevo a mi rincón voy a describir mi situación actual, no tanto para excusar mi dejadez y abandono hacia el blog, sino más bien para desengrasar los dedos.

El caso es que en este tiempo han surgido varios contratiempos (que espero no vuelvan a ocurrirme en mi estancia en la tierra) como son una operación y una mudanza, aunque más bien el orden cronólogico sea el contrario, primero la mudanza y después la operación.

Y es que no penséis que este parón ha sido por vacaciones o disfrute personal, tampoco ha sido por necesidad de desaparecer para despejarme y pensar un poco más en mi, ni el tener que encontarme, reencontrarme o cosas similares... Aunque no voy a negar que tampoco he tenido muchas ganas de subir algo. Ahora os cuento cada una de esas dos gestiones.

La mudanza: Es la segunda mudanza en 4 años y la tercera en toda mi vida, con la particularidad de que esta no ha sido con un servicio de mudanzas al que le vas indicando si lo tiene que dejar en la cocina o en el salón, sino que entre toda la familia con ayuda de algunos amigos, y el apoyo psicológico de otros, hemos trasladado mi hogar a uno nuevo que me encantaría describir como más acogedor, pero me temo que hasta que no pasen unos años no será así, ya que cuando empezaba a sentirme a gusto en el anterior domicilio, ¡cómo en mi casa! lo cambiamos...

Además, todas estas operaciones de carga y descarga, subidas y bajadas, por ascensor y por escaleras, han sido con una rodilla "afectada" por una meniscopatía en el menisco interno y una rotura del ligamento cruzado anterior que me ocurrió en un regate mágico jugando al fútbol en marzo. Pero tampoco voy a deciros que haya sido una gran sufrimiento, más bien ha sido un alivio, ya que aproveché mi estancia de cuatro días en el Gregorio Marañón para ver cine, no oír los gritos de mis hermanas, y lo que es mejor, librarme de las tareas de ordenar en mi nueva casa, o al menos eso pensaba mientras estaba en el hospital...

Y del hospital no me puedo quejar la verdad, ya que gracias a las gestiones de la madre de un amigo, pude disfrutar de una habitación individual con todos los cuidados necesarios a mi alcance. Y si pensáis que seguro que la comida fue un problema... pues sí, la comida no era muy apetecible, pero también en eso tuve suerte ya que amigos y familia se encargaban de traerme distintos manjares como pueden serlo el embutido o la tortilla.

Ahora vuelvo y con la intención de seguir con el ritmo pasado, aunque como ocurre con la rodilla, recuperarlo quizás sea lento.

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